
El Ayuntamiento de la capital rusa puso en marcha este servicio entratando de abarcar una demanda que desde hace años cubren empresas privadas que ofrecen por todo el país hombres jóvenes y fuertes con conocimientos técnicos, capaces de colocar estanterías o arreglar un grifo. Las amplias libertades de las que disfruta su generación todavía tienen que acomodarse en una sociedad que sigue siendo muy tradicional, estableciendo roles diferenciados para ellos y ellas. Este estereotipo cobra vida con crudeza a diario en las ciudades rusas: mujeres empujando el carrito del supermercado con tacones imposibles, minifaldas a 25 grados bajo cero, salones de belleza en cada calle y retoques estéticos generalizados antes de cumplir los 30 años.